
Empecemos por lo esencial; ¿qué es el jabón?
Es el resultado de una reacción química que une a una GRASA con un ÁLCALI y agua (sosa caustica diluida) para dar JABÓN más GLICERINA. Este proceso que se denomina SAPONIFICACIÓN.
El resultado de la saponificación es un producto, el jabón, compuesto por unas moléculas muy especiales; y es que una parte de la molécula es afín al agua y en su presencia se une a ella, mientras que la otra parte, es afín a las grasas y se une a ellas.
Con estas dos funciones las moléculas de jabón presentan esta estructura: una cabeza redonda, la parte que va a unirse al agua (cabeza hidrofílica), y otra parte, como una cola, que se unirá a las grasas (cola hidrofóbica). Y es gracias a esta función y a la estructura que la permite, cómo el jabón puede limpiar.
Al frotarnos las manos húmedas con un jabón, las moléculas se dispersan en el líquido formando micelas, que es una estructura esférica formada por moléculas de jabón que dejan la cola que huye del agua en su centro, y la cabeza, afín al agua, en la superficie.


Una vez que tenemos todas esas micelas de jabón en nuestras manos, si alguna de ellas tropieza con una sustancia grasa, rápidamente las cabezas afines al gua se apartarán y dejarán que sus colas hidrófobas se unan, súper felices, a la zona grasa a la que son afines. Y en ese momento es cuando la grasa ya está perdida; atrapada en el interior de una micela de jabón, se dispersará en el agua y saldrá por el desagüe.
Esta función del jabón y su forma de funcionar nos da también una idea de porqué la suciedad no se lava solo con agua. El agua no es afín a la grasa y por tanto no se unirá a ella, es más, pasará junto a ella sin interactuar.
Por tanto, la suciedad solo se quita con jabón. Además, debemos recordar que las capas exteriores de VIRUS y BACTERIAS contienen materiales grasos que serán atacados por las moléculas de jabón, haciéndoles abandonar la superficie de nuestra piel.