SOMOS NATURALES, SOMOS SOSTENIBLES Y TENEMOS UN COMPROMISO
Me puse a inventar cremas con cinco años. Decidí que una mezcla de talco, aceite y muchas colonias, sería la mejor facial del mundo para mi abuela y sus amigas. La verdad es que este negocio no avanzó mucho; las muy miedosas no quisieron ni probarla.
Yo con 5 años, iniciándome en la vida al límite
Con nueve me interesé por los jabones líquidos. Y para asegurarme de que no hacía daños a los peces (eran mi otra obsesión por aquel entonces) los bebía antes de usarlos. Tampoco progresó.
Unos años más tarde, bueno, para ser exacta; muchos años más tarde, con carrera, tesis, masters y lo que hiciera falta, volví a la carga. Y para mi sorpresa, a todo el mundo le gustaron mis cremas locas. Así que, ese fue el inicio de la idea. Luego vino el laboratorio, compartir lo elaborado, recibir sugerencias, escuchar ideas… y bueno, ahora estamos aquí. Con una cosmética comprometida (sin dañar a mis peces). Que es ecológica, ambientalmente responsable y que mantiene un proyecto social integrador.